La nota inspiró una copiosa correspondencia en los grupos de correo y blogs, tanto de habla hispana como inglesa, y muy probablemente en otros idiomas. La mayoría de mensajes expresando su oposición a la idea de que el género estuviera en agonía, violentas rasgaduras de vestiduras frente al herético comentario.
Pero los argumentos de Newton son contundentes. Él sólo habla de la evolución de las cifras: las ventas de literatura de ciencia ficción han venido decayendo considerablemente año tras año mientras las de ficción fantástica van muy bien y mejorando. Es un asunto sencillamente comercial.
No debería sorprendernos. Es más que obvio, sólo basta con visitar en cualquier librería la sección de ciencia ficción y fantasía (normalmente no hay una sección exclusiva para ciencia ficción) para comprobar que la mayor parte de los libros a la venta son literatura fantástica (brujas, magos, hadas, dragones y demás colegas de Harry Potter) y apenas una ínfima porción es ciencia ficción propiamente dicha y, al menos por estas latitudes, de los mismos títulos y autores de siempre.
Por otro lado, David Pérez introduce un buen punto a la discusión con su artículo “De por qué prefiero la fraternidad de la ciencia ficción en español al mercado de la ciencia ficción anglosajona”, al recordarnos que la valoración de una publicación no debe hacerse únicamente en términos monetarios. Yo no comparto, sin embargo, su visión optimista según la cual los hispanoparlantes lectores, escritores o editores del género no estamos contaminados por lo que él llama “el valor del dinero”. Ojalá me equivoque.
Lo que la discusión trajo a colación es que existe una especie de rivalidad entre los que están del lado de la ciencia ficción y los que están del lado de la ficción fantástica, sin mencionar a los que se refugian en las cómodas trincheras de lo que los anglosajones llaman “mainstream”.
A propósito, hace poco io9 citó a la escritora Connie Willis que contaba cómo cuando ella empezó a escribir ciencia ficción, hace 30 años, le advirtieron que había llegado demasiado tarde a un género moribundo.
“Un género moribundo”, ¿será por esto que resultan tan comunes las historias de zombies (léase muertos vivientes) en la ciencia ficción?
Pienso que es simplemente una batalla más de una guerra fratricida que lleva ya décadas, una guerra con mucho más que dos bandos. Yo mismo me animé a iniciar este blog precisamente para combatir en esta guerra, impulsado por un comentario de Salman Rushdie en Cartagena a principios de este año.
Sí, yo tengo puesta la camiseta de la ciencia ficción (basta con revisar el URL para comprobarlo), pero no puedo decir que me sienta en el bando contrario de la literatura fantástica. Uno de los más maravillosos descubrimientos que he hecho este año es el escritor Ted Chiang, cuya obra es imposible de clasificar en uno u otro género.
Termino esta introducción citando a Arthur C. Clarke, quien nos recordaba que “cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”.
Ahora sí, a lo que vinimos: Cosmocápsula 1
Precisamente recorriendo la frontera nebulosa entre la literatura fantástica y la ciencia ficción, fue publicada a principios de este mes la Revista Cosmocápsula 1. En ella tuve la oportunidad de participar, no con un texto, pero sí participando en el comité editorial para algunos de los contenidos y también como ilustrador.
La portada no es mía, todavía no he aprendido a pintar con esa libertad. Dixon Acosta retrata a René Rebetez, el escritor colombiano de ciencia ficción más conocido en el mundo, aunque desconocido en su tierra. La revista comienza con dos artículos sobre él: “El Legado de Rebetez” de Antonio Mora Vélez y “René Rebetez, el Hijo del Relojero” de Dixon Acosta.
René afirma: “La ciencia-ficción no es más que la búsqueda de respuestas a las preguntas perennes ¿por qué? ¿dónde? ¿cómo? A pesar de su nombre es la menos precisa de todas las literaturas”. La ciencia en ella –dice-- a menudo “queda reducida a un simple pretexto para desarrollar el eterno drama humano” reafirmando de ese modo que el objetivo de esta fascinante literatura es, en últimas, el hombre con sus problemas, sus temores y sus esperanzas. En ese mismo prólogo sostiene una tesis discutible: “Es conveniente subrayar que actualmente no existe diferencia alguna posible entre la literatura fantástica y la Ciencia Ficción, que es en sí misma la literatura fantástica contemporánea”.
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Cosmocápsula, consecuente con el legado del maestro, ofrece en este número algunos relatos en donde no es fácil advertir la diferencia entre las literaturas fantásticas y de ciencia-ficción, pero que reflejan todos ellos, según lo quería Rebetez y lo dejó como testamento en el prólogo citado, el desarrollo de una nueva literatura que le suelta alas al conocimiento y a la imaginación, tan importante para los colombianos de hoy que necesitan aprender que es posible un futuro diferente.
Antonio Mora Vélez, “El Legado de Rebetez”
Con mi primera ilustración viene “Fea Costumbre” del bogotano Arturo Poveda Becerra, claramente dentro del género ciencia ficción. En ella, la identidad del protagonista y narrador de la historia es la clave del asunto.
-No creo que ninguno de nosotros se pelee el título de mártir, ¿verdad? –interrogó maliciosamente Fobo. –Eso sólo nos deja con el designio de la mala suerte-. Y como si todo hubiera sido parte del protocolo de emergencia: Aquí –dijo alzando el brazo –hay cuatro varitas. Una de ellas tiene el extremo oculto en mi puño, pintado de rojo. Quien la saque, sale.
Arturo Poveda Becerra, “Fea Costumbre”
Luego está “En Torno al Fuego” del pereirano residente en Canadá Juan Ignacio Muñoz Zapata. Un mundo postapocalíptico inmerso en la oscuridad y en su extraña topología. Los conocimientos de la antigua civilización se han borrado de la memoria e incluso tecnologías tan básicas como la pólvora han sido olvidadas. Luis Ignacio puebla este mundo con un grupo pintoresco de personajes, tan numeroso que me hace pensar que no se trata sólo de un cuento sino del bosquejo de una novela.
“En el mundo de la Kókora sólo corren libres los caballos ciegos, acechan los mini-lobos, vuelan las palomas mutantes, y crecen tubérculos putrefactos”, dijo Jeremy a Justina, como si esta última no lo supiera. Claro que lo sabía: si desde hacía “eternos quince años” (solía referirse así a su edad), vivía en ese desierto cavernoso que no sabía quién había bautizado como “el mundo de la Kókora”. Jeremy es un tonto, solía repetir en su mente.El colombiano Fernando Galindo Gordillo escribió “Dentro de la Lluvia, la Granizada en Bogotá”, una historia que escapa a los esfuerzos de clasificación. ¿Es fantasía? ¿Es ciencia ficción? Las fuerzas de la naturaleza se confabulan para que reine el caos en el centro de la ciudad.
Luis Ignacio Muñoz Zapata, “En Torno al Fuego”
Presa también del pánico, me costó trabajo divisar qué hacían los demás. ¡Oía los ladridos, veía los perros, sentía las alas, pensaba en los elefantes! …El tiempo demoraba cada minuto. Corrí con una destreza insuperable, y cuidándome de no resbalar entré a una librería que por descuido dejó las puertas abiertas.El bogotano David Ricardo García es un joven escritor menos experimentado que los anteriores, pero tan ambicioso como el que más. Su relato “Sara” nos recuerda que “Paraíso” puede ser otro nombre para el infierno.
Fernando Galindo Gordillo, “Dentro de la Lluvia, la Granizada en Bogotá”
“Caliwood Park” del vallecaucano Diego Darío López Mera es un cómic humorístico de excelente factura que hace una crítica ácida de nuestra realidad colombiana.
La última vez que la vi, antes de mi ingreso, fue esa dolorosa mañana en 2004, al bajar del taxi con el corazón destrozado y sin una lágrima mas para derramar, todas las había vertido suplicante desde la noche anterior hasta verla partir indiferente y decidida, cuando después de tantos años de entrega incondicional y de apasionada compañía, decidió reemplazarme por un fulano del que hoy, doscientos veintitrés años después, sólo un lejano recuerdo sobrevive. Recuerdo que con alguna frecuencia sale de las sombras y emerge a mis pensamientos, uno en un millón, porque a mis doscientos cincuenta y tres años, he vivido incontables experiencias.
David Ricardo García, “Sara”
Nacido en Pasto, Rodrigo Bastidas Pérez es un estudioso de la literatura y, en particular, de la ciencia ficción. En “Empatía/Entropía” hace un análisis de “¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?” de Philip K. Dick, el texto que sirvió de base para la película “Blade Runner”. Este artículo no es para principiantes, tiene la profundidad de una tesis doctoral.
Tito Guillermo Contreras Suárez, del Norte de Santander, escribió tres relatos cortos bajo el título “Fragmentos del Futuro”. El viaje en el tiempo, la invasión extraterrestre y la clonación, temas tan recurridos en la ciencia ficción, son tratados con una mirada fresca y original.
Del argentino Australiano Mario D. Martín es la poesía “La Agonía de Dios” y del poeta antioqueño Aymer Waldir Zuluaga es el cuento “Aducción de una Venus Desorientada”, el cual no cabe ni en la ciencia ficción ni en la literatura fantástica.
“La voz de Quaremyr” es un cuento escrito a cuatro manos por los argentinos Laura Ponce y Néstor Darío Figueira. La leyenda de Mara y Suk, la niña perdida y el ave hereje, es una fábula de fantasía pero la Nota del Traductor la ubica en la tradición secular de los habitantes de un lejano planeta, descendientes de los primeros colonos. Suk, el colibrí vampiro, me inspiró la que considero mi ilustración favorita.
—Si acaso deseas escuchar el ulular del viento del amanecer, para lo cual antes debes darme tu sangre (y estoy muy hambriento), para lo cual antes debes pernoctar entre las rocas, para lo cual antes debes vencer al terror nocturno, entonces tendrías que estar alegre de verme, dispuesta a que beba de ti. Pero si no deseas escuchar el sonido del viento, para lo cual antes debes procurarme tu sangre (y ya te dije que estoy realmente hambriento), para lo cual antes debes pasar la noche entre los peñascos, para lo cual antes debes triunfar sobre el temor a las tinieblas, entonces no tendrías que estar aquí. Por esto tu llanto es incomprensible para mí.Del colombiano Julián David Cortés Sánchez es “El espíritu humano va más allá de sus errores”, una dispotia en la que el papel está controlado y destinado exclusivamente para el uso gubernamental, económico, industrial y burocrático. Las personas que deseen escribir para otros fines tienen que recurrir a sus uñas o su piel.
Laura Ponce y Néstor Darío Figueiras, “La voz de Quaremyr”
“La Ciudad” es una poesía del español J. Javier Arnau Moreno, también en los límites entre la fantasía y la especulación científica.
“El Factor Samsa” es un guiño para los lectores de Kafka escrito por el argentino Juan Manuel Valitutti. Cuenta el destino del último hombre en la tierra, invadida por agresivos insectoides alienígenas.
Del Perú vino el aporte de Carlos Enrique Saldívar, “El Elegido”, un relato absolutamente irónico que también habla del último hombre sobre la tierra. Esta vez, los alienígenas no son peligrosos invasores sino científicos investigadores que tratan de preservar la historia de nuestro planeta para la gran biblioteca galáctica.
Los Chitaanz tenían una cualidad particular: eran genios historiadores, recorrían el universo buscando civilizaciones inteligentes para poder escribir sobre ellas y sus culturas. Eran además una raza poderosa en el aspecto físico. Medían cuatro metros de longitud, tenían seis brazos musculosos, tres ojos adornaban sus rostros que poseían una enorme trompa con la cual llevaban sus alimentos a la boca (pequeña, pero repleta de filosos dientes). Estas cualidades los hacían sentirse poderosos y seguros de sí mismos. Eran además telépatas, aunque su alcance mental tenía un límite.El último cuento en la revista es “Vocación” del bogotano César Mauricio Heredia. En el futuro, los niños no son criados ni educados por sus padres, sino que permanecen en cápsulas de formación hasta la edad adulta. Sistemas automáticos les inculcan todos los conocimientos que requieren para ejercer la profesión que les dicta la vocación escrita en su mapa genético. Al menos ésta es la historia oficial.
Carlos Enrique Saldívar, “El Elegido”
Hay dos reseñas de la edición cero de Cosmocápsula, de los colombianos Robert Corpus Sanzo y Campo Ricardo Burgos López. También hay una reseña de Antonio Mora Vélez sobre el libro “Pintarle Bigote a la Mona Lisa: Las Ucronías”, de Campo Ricardo Burgos y otra de David Pérez Marulanda sobre la novela “Calien” de Diego Darío López Mera.
Y ya está abierta la convocatoria para la edición número dos de Cosmocápsula para principios de 2010. Esperamos ansiosos sus aportes.