“De homosapiens a homocyborg”, así titularon su charla en el Encuentro Fractal 09 los muchachos del Colectivo Elniuton, su aporte a este evento fue recordarnos que existen espacios en Colombia dedicados a acercar el arte y el diseño con la ciencia y la tecnología.
Nos mostraron cómo para lograr lo que uno se propone sólo se necesitan ganas. De su cuarta entrega, construida alrededor del tema del erotismo, nos compartieron la intimidad del estudio de H. R. Giger, el artista suizo que nos deleitó con los aterradores pero elegantes diseños que dieron vida cinematográfica a la criatura de Alien . A propósito, si alguien anda por Valencia, España, en estos días le conviene ver la exposición itinerante que está en la Universidad Politécnica de esa ciudad.
¿Itinerante?
¿No será que alguno de nuestros museos se antoja a traerla?
Nos contaron también que hay un artista en Colombia llamado Fernando Ortiz, que combina sus conocimientos de matemáticas, programación y diseño en Flash para crear hermosas criaturas cibernéticas que me recordaron una página Web con la misma filosofía de código abierto que él maneja. ¿No es una interesante coincidencia a tres bandas que precisamente el ejemplo de levitated.net llamado Invader.Fractal nos recuerde el logo pixelado de Elnituon.com?
Finalmente nos aterrizaron sin previo aviso en pleno corazón del cyberpunk, con la obra del artista Stelarc, un verdadero “homocyborg” cuyo arte es modificar su propio cuerpo a través de la implantación invasiva de tecnología cibernética o biológica, como una tercera mano robótica o una copia de la oreja ubicada en su antebrazo. Por algo tuvieron a su cargo la antesala de la conferencia central del encuentro: un mano a mano entre James Patrick Kelly y John Kessel hablando sobre el cyberpunk y el postcyberpunk.
Desde la época de manzanazeta no encontraba yo en Colombia un trabajo tan disciplinado en la publicación periódica de un ejemplar electrónico con una temática determinada. Elniuton también elabora propuestas de intervención análogo/digital como el graffiti electrónico que construyeron para el encuentro (mezcla de stencil, leds y sensores de movimiento).
Buscando relación entre el nombre de Elniuton, el cyberpunk y el postcyberpunk, me acordé que fue precisamente Neal Stephenson, un escritor que se ha movido entre estos subgéneros, quien dibujó dentro de su serie de ficción histórica, “el Ciclo Barroco”, el retrato de un Isaac Newton tan tremendamente humano que se nos hace insoportable por su pedantería y suficiencia.
Neal Stephenson no escribe textos cortos (no aparece en ninguna antología, simplemente porque no escribe cuentos) ni es fácil de leer: cada una de sus obras es una maratón de cientos y cientos de páginas llenas de referencias de historia, lingüística, antropología, arqueología, religión, informática, política, criptografía y filosofía. En sus páginas se codean personas reales como Alan Turing, el padre de la computación moderna, con misteriosos personajes ficticios como el longevo Enoch Root, los antiguos sumerios con la criptografía digital y tribus post estadounidenses repartiéndose el continente a través franquicias comerciales.
Su tercera novela, “Snowcrash” (1992), es un buen ejemplo para ilustrar la relación entre el cyberpunk y el postcyberpunk. El nombre de “Snowcrash” viene de un error que a veces causaba en los antiguos Apple Macintosh que la pantalla quedara como “un televisor sintonizado en un canal muerto” (no pude abstenerme de citar el Neuromante).
El Héroe protagonista de “Snowcrash” se llama “Hiro Protagonist” y pierde su empleo de “Deliverator” (repartidor de pizza para la Mafia Italiana) en un aparatoso accidente en el que conoce a Y.T., una skater adolescente que surfea a 100 kilómetros por hora las autopistas de lo que antes fue el estado de California, llevando y trayendo correos. Hiro alterna su existencia entre el mundo real y el “Metaverso”, versión esférica de Stephenson de la alucinación consensual que habían descrito William Gibson y Vernor Vinge una década atrás.
La guía de Joe Scalzi sobre el cine de ciencia ficción (2005) considera esta novela como la obra que cerró la primera ola del cyberpunk en 1992. Tiene todos los elementos del subgénero: un protagonista marginal, desempleado y sin dinero, debe enfrentarse en el Metaverso y en el mundo real a la conspiración tramada por un multimillonario monopolista de la fibra óptica para diseminar un virus informático que es capaz de infectar el cerebro humano. ¿O se trata de postcyberpunk?
John Kessel intentó aclararnos el significado del término postcyberpunk en la conferencia que dictó con James Kelly el pasado 6 de marzo.
A los personajes del cyberpunk no les pasa por la cabeza la idea de cambiar el mundo. Sólo quieren ganarse en un cruce lo suficiente para poder salir de la calle. ¡Qué me importa que el mundo se vaya a la mierda si voy a poder pagar para que no me pase a mí!
Pero en el cyberpunk quedaba faltando algo. Mientras estos hackers estaban robando los secretos del gobierno y drogándose en callejones oscuros, ¿quién hacía el pan? ¿Dónde están los personajes que hacen que el mundo siga funcionando? ¿Dónde están las familias? ¿No hay papás ni mamás?
En los 90s los autores que fueron del cyberpunk empezaron a contestar estas preguntas. Bruce Sterling publicó “Bicycle Repairman” en 1996. En este cuento, el afán del antihéroe se ve interrumpido en mitad de la trama por la llamada de su madre.
“¿Estás comiendo bien, Lyle? Te ves flaco.”
Lyle levantó su pantorrilla ante la cámara. “¡Mira esta pierna! ¿Acaso se ven como lo gemelos de una persona débil y enfermiza?”
“¿Podrías venir al apartamento a comer algo decente conmigo algún día?”
Lyle parpadeó. “¿Cuándo?”
“¿Puede ser el miércoles? Podemos comer costilla.”
“Tal vez, mamá. Probablemente. Yo me fijo. ¿Te llamo, ok? Chao.” Lyle colgó.
Bueno, en “Snowcrash” también hay mamás. La mamá de Y.T. trabaja en Fedland (el último reducto del gobierno federal de lo que antes fue Estados Unidos). Para explicarnos lo burocrático que se ha vuelto Fedland, Stephenson le dedica seis páginas completas a un memo que reglamenta la utilización del papel higiénico y la estricta y sistemática vigilancia del tiempo que se toman los empleados en leerlo.
¿La mamá de Y.T. convierte a “Snowcrash” en postcyberpunk? La respuesta es un poco más compleja de lo que parece. Lawrence Pearson, editor de la revista Nova Express, nos trae una noticia en su artículo “Notas para un Manifiesto Postcyberpunk” publicado en 1999 en la página Slashdot: Hay una serie de libros publicados en los 90s que parecen postcyberpunk pero que no se ajustan a las definiciones básicas, entre los cuales menciona a “Nimbus” de Alexander Jablokov, “Fairyland” de Paul J. McAuley y “Snowcrash” de Stephenson. Son textos que desafían la taxonomía, o deberían ser considerados como mutaciones híbridas o tal vez como clásicos tardíos del cyberpunk.
¿Entonces en qué quedamos? ¿Cuál es la diferencia entre cyberpunk y postcyberpunk?
Pearson nos da elementos para una respuesta: Por un lado está el tipo de personajes, en lugar de los lobos solitarios del cyberpunk, en el postcyberpunk los protagonistas están dentro del sistema, tienen familias, niños y empleo. Son personajes con raíces en la sociedad en la que viven, aunque su vida diaria también esté permeada del rápido cambio tecnológico y de una infraestructura informática omnipresente, pero su marco social es tan detallado y lleno de matices como su marco tecnológico. En el cyberpunk, la tecnología es un factor que aliena a los personajes de su sociedad. En el postcyberpunk, la tecnología es la sociedad misma.
Por otro lado, también está el aspecto generacional. La mayor parte del cyberpunk se escribió en los 80s y el postcyberpunk en los 90s y principios de este siglo. Los autores cyberpunk estaban entre los 20 y 30 años de edad, mientras que los postcyberpunk están en sus 30s tardíos y 40s tempranos. Finalmente, es necesario entender que la generación postcyberpunk creció leyendo los textos cyberpunk al mismo tiempo que los clásicos de la ciencia ficción. Para ellos no hubo una revolución (una discontinuidad) sino un continuo.
“Rewired” es la antología del postcyberpunk, editada por James Patrick Kelly y John Kessel en 2007. Consta de 16 cuentos que caen dentro de la borrosa categoría del subgénero, incluyendo la historia de Bruce Sterling arriba mencionada. Entre cuento y cuento trae fragmentos de la correspondencia intercambiada entre Sterling y John Kessel donde se dio la discusión sobre la naturaleza del cyberpunk que finalmente llevó a pensar en la existencia de un nuevo subgénero llamado postcyberpunk.
Como todas las categorías dentro de la ciencia ficción, los límites del postcyberpunk son fluidos y desdibujados. Es posible que la pregunta, en lugar de ¿qué es el postcyberpunk? sea ¿qué sucede después del cyberpunk? Porque se trata más de entender qué es lo que está sucediendo desde los 90s en la ciencia ficción y no de construir etiquetas para nombrar a un grupo de obras o autores.
En ese caso, las respuestas resultarán más interesantes.
un muy buen artículo. Valdría la pena preguntarse entonces de dónde sale la idea de lo "post". En un mundo donde todo hace referencia a lo "post", el sufijo causa la misma incomodida siempre: ¿Es un post de algo que se superó o de algo que va "más allá"? Y si el post-cyberpunk va "más allá" ¿eso no desacredita (de cierta manera) el trabajo del cyberpunk? no doy una solución ni hago una crítica, solo pongo mi punto de vista: para mí, el post-cyberpunk es sólo otra forma de evolución del cyberpunk que no lo modifica mucho, solo cambia encuadres y matiza cosas que no se habían visto antes.
ResponderEliminarPD/ en el afán clasificatorio... ¿cómo clasificar "Computer Connection" de Alfred Bester?
suerte, un gran saludo
totoptero
Creo que el afán de llamar algo post es porque los originales insisten en que lo que hacen los que vienen después no tiene nada que ver con lo que ellos hacen, que está desvirtuado, que mejor se inventen su propia cosa. Entonces lo hacen, y lo llaman post modernismo, post cyberpunk y algunos dicen que ahora hay post post- modernismo así que no sería algo como post^2 cyberpunk en unos años?
ResponderEliminarO mejor nos inventamos algo como "latin american cyberpunk"...
Muy buen artículo Juan Diego!!
ResponderEliminarMe agradó mucho!