domingo, 31 de diciembre de 2017

En Hombros de Gigantes

La manera como veo series y películas en Netflix es la misma costumbre que tengo para leer. Estoy leyendo diez o doce libros a la vez, recorriendo un par de páginas (o su equivalente en el formato electrónico) antes de pasar al siguiente, en un ciclo que se repite y se repite. No tiene fin, pues una vez termino uno de los libros, otro se incorpora al proceso y tengo más libros en lista de espera de los que podré leerme en lo que me resta de vida.

Es así como he estado alternando entre media docena de series, películas y documentales, sacándole provecho a la mensualidad pagada a Netflix. Pocas son las ocasiones en las que un episodio me atrapa de tal manera que no me permite ponerlo en pausa y pasar al siguiente en la lista. Esas situaciones excepcionales casi que podría decir que tienen nombre propio: "Black Mirror".

Cuando yo sea grande quiero aprender a escribir como los guionistas de esa serie.

Acaba de estrenarse la cuarta temporada de la serie y anoche me atrapó su primer episodio. Poco importó que fuera ya pasada la media noche y eso que los que me conocen saben que no soy de mucho trasnochar.

Advertencia de SPOILERS:

"USS Callister" ("Black Mirror" S4E1 2017) comienza como lo que parece ser una parodia evidente de "Viaje a las estrellas", con todo y los uniformes femeninos como el de minifalda de Uhura pero con un poco menos de tela alrededor de la cintura. Pero luego se nos revela que tras el tono de comedia lo que hay es una historia de terror escalofriante con un tirano que tiene poder absoluto en el mundo que ha creado y, para colmo, se cree el héroe de la historia. En este universo artificial hay personas reales atrapadas, totalmente concientes de los absurdos y clichés de la trama, pero que le siguen el juego al autonombrado capitán porque de lo contrario podrían ser castigados de las maneras más espantosas.


¿Alguien recuerda esta escena de la película de "Dimensión Desconocida" (1983)? La hermana que se atrevió a levantarle la voz a alguien y que fue castigada borrándole la boca. Me la recordó ese momento en que la protagonista de "USS Callister" se enfrenta al capitán por primera vez y él hace un gesto con su mano que la afecta de tal manera que ella tiene que doblegarse. Pero lo de la película es solo un remake de un episodio clásico de la serie , "It's a Good Life" (1961) que describe la vida en un pueblo que ha sido desconectado del resto del mundo y donde sus habitantes son controlados por un monstruo que tiene el poder de leer sus mentes y si no piensan en cosas alegres los puede destruir, o peor, convertir en cosas horribles. El monstruo se llama Anthony Freemont y es un niño de seis años de edad.

Este año tuve la oportunidad de leer el cuento original (1953) de Jerome Bixby en la antología "The Science Fiction Hall of Fame" editada por Robert Silverberg. El episodio de 1961 es bastante fiel al texto y lo deja a uno no solo aterrado sino desesperanzado. Para la versión al cine le conservaron todos los elementos esenciales, pero la protagonista es una maestra de escuela que llega al pueblo por casualidad y ella ve la posibilidad de redimir al niño. Así que el final es más optimista que en las otras versiones, un final que escribió un autor del que tal vez hayan escuchado hablar, pues se han hecho algunas películas de sus cuentos y novelas: Richard Matheson.

Y resulta que no estoy inventando coincidencias, en una entrevista con Charlie Brooker, creador de "Black Mirror", él comenta que "USS Callister" tuvo su origen en una conversación que tuvo sobre realidad virtual y videojuegos cuando estaban filmando "Playtest" (2016), episodio de la tercera temporada. En un momento dado comentaron "Bueno, podrías ser el rey del castillo allí adentro, podrías tener un emperador malvado o un tirano". Esto le recordó ese episodio de "Dimensión Desconocida" de 1961 y una cosa llevó a la otra y eso fue el punto de inicio. "¿Qué tal si hacemos una historia sobre un tirano todopoderoso que se pone a sí mismo en el papel del héroe?".


Bueno, y no voy a mencionar "No tengo boca y debo gritar" de Harlan Ellison, primero porque no lo he leído, aunque el solo título ya cuenta cosas, y segundo porque quiero evitarme una posible demanda por derechos de autor. Pero el cuento sube al inicio de mi pila pues tengo la corazonada que allí encontraré resonancias a estas historias que hoy menciono en este blog.

Sí quiero hablar de John Scalzi y su novela "Redshirts" (2012), a quien se le ocurrió escribir una historia basada en la extraña coincidencia de que en "Viaje a la Estrellas", la serie original, cada que bajan a un planeta a se enfrentan a un monstruo el muerto es uno que aquellos que tenía puesta la camiseta roja. Me recordó ese tono de autoconciencia en el que los personajes reflexionan sobre el absurdo y la ingenuidad de las tramas, y del omnipresente "Deux-est-machina" donde siempre hay una tecnología que resuelve el problema de turno. Me acordé de un momento en "Redshirts" donde le dicen al protagonista que traiga "el aparato que hace ping" cuando en "USS Callister" la chica que hace el papel del doble de Uhura le recomienda a la heroína que oprima cualquier botón cuando el capitán le ordena hacer algo, que todos hacen exactamente lo mismo.

Así es como funciona la creación de ciencia ficción por estos días, cuando se podría pensar que no quedan temas nuevos por explorar. Es un diálogo constante entre el presente y el pasado, donde los clásicos se pueden reinventar y enriquecer con elementos contemporáneos o alguna tecnología recién descubierta o imaginada. Como lo dijo Robert Silverberg en "Science Fiction 101" (1987), "Parece esencial para mi que alguien quiera escribir ciencia ficción deba ser un devoto lector de ciencia ficción... Por un lado, la familiaridad de la ciencia ficción salva al aspirante a escritor de la molestia de reinventar la rueda. Algunas ideas son tan maravillosas que ya han sido llevadas a la perfección por gente como Heinlein o Kuttner o Murray Leinster, hace años... Pero este tipo de plagio accidental o no intencionado de los clásicos no es el mayor problema de no cimentarse en la literatura existente. La mayor parte de la ciencia ficción de buena calidad es escrita como reacción a historias existentes."

Eso pienso, vamos avanzando construyendo sobre las bases que nos dejaron nuestros antecesores. Estamos montados en hombros de gigantes y algún día, si alguien nos considera dignos de ello, usará nuestros hombros como apoyo para mirar un poco más allá.

Post data: (más SPOILERS) No me quiero ir sin celebrar que en "USS Callister" quien salva el día es una mujer poderosa que usa su conocimiento y su astucia para liderar el equipo hacia un final mejor del que esperaban. ¡Mujeres que no son elementos decorativos ni damiselas en peligro esperando ser rescatadas! Eso es el siglo XXI.

Otro post data: Menos es más. La inteligente decisión de contar en lugar de mostrar en aquella escena donde el man que se parece al protagonista de "Los Waltons", y coincidencialmente es de apellido "Walton", demuestra tener profundidad y corazón cuando comparte que no intenta escapar porque tienen el ADN de su hijo secuestrado para hacer copias digitales de él. Un director mexicano habría mostrado la imagen del niño congelado quebrándose como una muñeca de porcelana, pero acá simplemente lo dejan narrado en boca del padre. Excelente decisión.