martes, 26 de mayo de 2009

“Si la Singularidad nos lo permite”

En la última entrada de este blog mencioné el relato “La última pregunta”, 1956, donde Isaac Asimov describe la evolución de la humanidad, por una parte, y de la inteligencia artificial, por otra, para al final de los tiempos unirse en una entidad única que llega a ser todopoderosa.

Este concepto, ideado hace más de medio siglo, ha sido planteado nuevamente en la década de los 80s por los escritores cyberpunk. Pero con una importante diferencia: lo que Asimov imaginaba sucedería dentro de millones de años, estos nuevos escritores lo estaban imaginando para un futuro mucho más inmediato.

Habiendo presenciado cómo los ubicuos computadores personales comenzaban a desplazar a esos enormes aparatos que ocupaban edificios enteros (que Asimov todavía consideraba vigentes para el 2061), no era de extrañar que la escala temporal estuviese siendo drásticamente revisada.

Vernor Vinge, pionero en el género cyberpunk nos presenta un salto evolutivo de la misma trascendencia en su novela corta “True Names” de 1981. Mr. Slippery y Erythrina son los alter egos de los protagonistas en ese mundo virtual que llaman “El Otro Plano”. Ellos deben luchar juntos contra una misteriosa amenaza y al hacerlo se ven investidos de inimaginables poderes al multiplicar sus sentidos mediante todos los recursos de la red, su memoria es amplificada por la conexión directa a todas las bases de datos del planeta, su raciocinio por la capacidad de cómputo de todos los servidores. Es una batalla entre dioses y titanes, como una epopeya de la mitología griega.
Mr. Slippery miró a su alrededor, usando cada uno de sus millones de perceptores. La Tierra flotaba serena. Vista en lo invisible, lucía como miles de las imágenes que él había visto como humano. Pero en el ultravioleta, él podía percibir su aura de hidrógeno que se extendía por miles de kilómetros. Y los detectores de alta energía de los satélites en todos los niveles percibían os cinturones de radiación en miles de niveles de energía, oscilando con el viento solar. A través de los océanos del mundo, él podía sentir la tibieza de las corrientes, ver cuán rápido fluían. Y mientras tanto, vigilaba los millones de voces diminutas que comenzaban a regresar a la vida ahora que Erythrina y él recuperaban cuidadosamente el sistema de comunicaciones de la raza humana y lo ponían en funcionamiento. Cada nave en el mar, cada avión ahora aterrizando con seguridad, cada uno de los préstamos, los pagos, las comidas de una raza entera registradas claramente en algún lugar de su conciencia. Con la percepción venía el poder; casi todo lo que él veía , lo podía alterar, destruir o mejorar. Según las reglas analógicas del aquelarre, había sólo una palabra válida para ellos nombrarse en su estado actual: eran dioses.Vernor Vinge, "True Names", 1981
Después de salvar el mundo, él se desconecta y regresa a su existencia cotidiana, pero Erythrina logra permanecer en ese estado de conciencia expandida y ahora su poder no tiene límites.

En 1993 Vernor Vinge escribió un ensayo titulado “The Coming Technological Singularity” en el que bautizó al concepto con el nombre con que hoy se ha popularizado (“la singularidad tecnológica”) además de definirlo de una manera bastante dramática: “dentro de 30 años, tendremos los medios tecnológicos para crear una inteligencia suprahumana. Poco tiempo después, la era humana habrá terminado”.

Cabe anotar que ya ha transcurrido más de la mitad del plazo estipulado.

La palabra “Singularidad” tiene su origen en las matemáticas, en las que, en sentido general, se refiere a un punto en el cual un objeto matemático dado no está definido.

El ejemplo más sencillo de esto es la división por cero.

Dividir un número por cero no produce un número infinitamente grande como respuesta. La razón es que la división está definida como la operación inversa de la multiplicación; si un número se divide por cero y luego se multiplica por cero, se debería obtener el número original como respuesta. Sin embargo, multiplicar cualquier número infinitamente grande por cero sólo da como resultado cero, nunca otro número diferente. No hay nada que pueda multiplicarse por cero y producir un resultado distinto de cero; por lo tanto, el resultado de una división por cero está literalmente “indefinido”.

(...)

Hay una bien conocida “prueba” que demuestra que uno es igual a dos. Comienza con algunas definiciones: “Sea a = b” y termina con la conclusión de que “2b = b,” esto es, uno es igual a dos. Escondida subrepticiamente en la mitad se encuentra una división por cero, y en ese momento la prueba se ha pasado de la raya, haciendo caso omiso de todas las reglas. Permitir una división por cero hace posible probar no sólo que uno y dos son iguales, sino que cualquier par de números –reales o imaginarios, racionales o irracionales – son iguales.

Ted Chiang, “Division by Zero”, 2003

Me valgo acá de las palabras de Ted Chiang porque yo jamás podría explicar el concepto de indefinición matemática como él lo hace en esta introducción; además, porque no puedo dejar de recomendar la lectura de este cuento, “Division by Zero”, uno de los pocos que he encontrado en los que la ciencia ficción se aventura en los dominios de la matemática pura: Renee Norwood es una Doctora en Matemáticas cuya investigación la lleva a encontrar una contradicción fundamental en el núcleo mismo de su disciplina.
“Pero lo que ha sucedido, es casi como si yo fuese un teólogo probando que no existe Dios. No sólo temiéndolo, sino sabiendo que es un hecho, más allá de toda duda. ¿Eso suena absurdo?”

“No.”

Es una sensación que no te puedo transmitir. Era algo en lo que yo creía profundamente, implícitamente, y no es verdad, y soy yo quien lo ha demostrado.”

Ted Chiang, “Division by Zero”, 2003

A diferencia de la Singularidad Matemática, en la que algo es imposible de definir, por principio, la Singularidad Tecnológica se refiere a una situación futura que nosotros, los seres humanos, no estamos en capacidad de entender y tal vez ni siquiera de imaginar, pues se encuentra en el dominio de inteligencias inconmensurablemente superiores a la nuestra.

Si el ser humano está en capacidad de construir, a través de la cibernética o la bioingeniería, o una combinación de ambas, una inteligencia superior a la suya propia, esta recién concebida creación, al ser más inteligente, estaría también en capacidad de crear a otra aún más inteligente que ella. Esta última, a su vez, podría crear otra más inteligente, y otra, y otra, y así, hasta el infinito.

A eso se refiere Vernor Vinge cuando habla de la Singularidad Tecnológica.

En la era posthumana, si queda algún humano como los de la actualidad, ya no tendrá el control sobre su propio mundo, estará imposibilitado para comprender lo que está sucediendo a su alrededor. A diferencia de otros cambios tecnológicos de la historia, para él resulta evidente que éste sería ininteligible para nosotros, así como nuestra civilización es hoy ininteligible para un renacuajo.

La noticia de la Singularidad Tecnológica fue traída a Medellín por el Doctor en Biología y escritor español Federico Witt, quien nos visitó en marzo de este año invitado por el Encuentro Fractal´09 de ciencia ficción, literatura fantástica, música, arte, ciencia y tecnología.Para Federico Witt el término Singularidad Tecnológica es una metáfora que tiene su origen, más que en el concepto de Singularidad Matemática, en una analogía con la más conocida singularidad de la física teórica: ese extraño fenómeno que tuvo lugar en el principio del Big Bang o que ocurre hoy en el interior de los agujeros negros, más allá de cierta frontera donde no puede escapar ni la luz y en el que las reglas universales conocidas dejan de ser válidas, no existen el tiempo ni el espacio y la convergencia hacia valores infinitos hace imposible definir una función.

Federico Witt se remontó a los años 50s para anotar que el matemático John Von Neumann, conocido por sus aportes a la ciencia de la computación y por su participación en el proyecto Manhattan, fue el primero en referirse a la Singularidad Tecnológica en una conversación con el también matemático Stanislaw Ulam acerca del cada vez más acelerado progreso de la tecnología y sus efectos en el modo de vida de los seres humanos, que daba la apariencia de que nos estuviéramos aproximando a una “singularidad esencial” en la historia de la especie más allá de la cual los asuntos humanos, tal como los conocemos, no podrían continuar.

En los 60s, el estadístico I. J. Good, discípulo de Alan Turing, fue el primero en describir el proceso recursivo de creación de máquinas cada vez más inteligentes a partir de una primera máquina de inteligencia superior a la humana, lo que él denominó “explosión de la inteligencia”.

Vernor Vinge, nos comentó Federico Witt, ha planteado cuatro posibles escenarios futuros en los que podría ocurrir la Singularidad Tecnológica: La inteligencia artificial, una máquina como la que imagina Good, de inteligencia superior a la humana (ejemplos de este escenario hay muchos en la literatura, incluido el “Neuromante”, 1984, de William Gibson); la Internet o Gaia Digital, la actual red global o una más sutil tejida entre los miles de millones de aparatos de nuestra vida moderna, alcanza un tamaño o complejidad críticos y despierta a la conciencia (Arthur C. Clarke reflexionó sobre esta posibilidad en 1964 en “Dial F for Frankenstein”, cuando sólo existía la red de telefonía); Amplificación de la inteligencia, a través de mejoras biónicas e implantes electrónicos; y desarrollo biomédico, a través de la ingeniería genética u otro tipo de procedimientos médicos.

Federico Witt considera estos dos últimos escenarios como los que más probablemente nos llevarán en el futuro cercano a la Singularidad Tecnológica.

El escenario de la amplificación de la inteligencia por medios cibernéticos es precisamente el que eligió Vernor Vinge para su novela “True Names”, 1981. Hoy en día es posible afirmar que los computadores personales, los teléfonos celulares y otros aparatos electrónicos se han convertido en una extensión de nosotros mismos y están cambiando nuestra percepción de la realidad.

En “Understand”, 1991, Ted Chiang ha elegido el escenario del desarrollo biomédico. Chiang nos recuerda el clásico de Daniel Keyes, “Flores para Algernon”, 1959, cuando nos describe el creciente desarrollo intelectual de Leon Greco, un paciente que es tratado con una nueva droga, la hormona K, luego de un severo trauma que ha destruido una buena parte de su cerebro. Este personaje experimenta paulatinamente mejoras cuantitativas en su inteligencia (memoria fotográfica, veloz reconocimiento de patrones), hasta el punto en que logra una diferencia cualitativa, un estado de conciencia fundamentalmente diferente.

Para lograr progresos adicionales en mi mente, las mejoras artificiales son la única posibilidad. Una conexión directa entre el computador y la mente, que permita vaciar la estructura e información de mi mente en la máquina, eso es lo que necesito, pero debo crear una nueva tecnología para realizarlo. Cualquier cosa basada en computación digital será inadecuada, lo que tengo en mente requiere estructuras a escala nanométrica basadas en redes neurales.

Una vez tengo las ideas básicas planteadas, ajusto mi mente en multipocesamiento: una sección de mi mente está derivando una nueva rama de las matemáticas para poder modelar el comportamiento de las redes; otra está desarrollando un proceso para la formación de caminos neuronales escala molecular en un medio auto-regenerador de biocerámica; una tercera está diseñando tácticas para orientar la industria privada de investigación y desarrollo para producir lo que necesitaré. No puedo perder tiempo: Introduciré cambios de paradigma teóricos y técnicos para que mis nuevas industrias aterricen en funcionamiento.

Ted Chiang, “Understand”, 1991

Lograr el máximo desarrollo de su inteligencia se convierte en su meta y obsesión, así tenga que pasar por encima de la raza humana para lograrlo. En ello concentra todos sus esfuerzos hasta que encuentra su némesis en Reynolds, otro hombre de inteligencia aumentada que considera prioritario ayudar a la humanidad. Así comienza una batalla de proporciones épicas como la descrita en “True Names”.

¿Cuál será el impacto de estos acontecimientos futuros en nuestro contexto social?

Hemos tenido discriminación a lo largo de toda la historia, las mujeres han sido consideradas inferiores, la discriminación racial, la discriminación por capacidad económica, comentó Federico Witt, y hay cientos de ejemplos adicionales.

Las mejoras biomédicas o cibernéticas no estarán a disposición de todos, van a costar dinero (probablemente mucho dinero), así que sólo podrán costeárselas unos pocos. Hoy sucede lo mismo con la belleza y las cirugías plásticas. Quien pueda pagar por estas mejoras lo hará y estará contento de ser él y no algún otro quien pueda hacerlo.

¿habrá discriminación social? Hace cien años quien no podía leer y escribir era un analfabeta, al margen de privilegios tan básicos como decidir acerca de su propio destino, hoy es analfabeta quien no tiene acceso a la Internet y sus motores de búsqueda. En el futuro quienes no puedan acceder a la Singularidad probablemente tendrán una condición social inferior a la de los superhumanos, algunos no ven hoy más escenarios que la esclavitud o la extinción.

¿Es ese el destino de la humanidad cuando llegue la Singularidad Tecnológica?

Federico Witt nos contó de un visionario que es bastante optimista al respecto. Se trata de Ray Kurzweil, inventor y futurólogo norteamericano, autor de “The Singularity is Near”, 2005. Para él la inteligencia suprahumana no será una amenaza, ésta será tan inteligente que le será evidente la improcedencia de hacer el mal y alcanzará una moralidad perfecta.

¿Está la inteligencia necesariamente asociada a la bondad?

Yo tengo mis reservas. No debemos olvidar que desde un punto de vista evolucionista la inteligencia es la herramienta desarrollada por el principal depredador en el ecosistema terrestre. Por otro lado, cuando el destino esté en manos de una inteligencia infinitamente superior, ¿cómo valorará en sus decisiones a una especie que ha dilapidado los recursos naturales y ha llevado al mundo al borde de una catástrofe ambiental? “El Día que la Tierra se Detuvo”, 2008, es un escenario que no podemos descartar.

Según Kurzweil seremos una raza posthumana, gracias a los avances combinados de la genética, la nanotecnología y la robótica. Ha predicho que en un cuarto de siglo las máquinas alcanzarán el rango completo de intelecto, emociones y habilidades humanas, para el año 2045 existirá una inteligencia no biológica mil millones de veces más poderosa que la suma actual de todos los cerebros humanos y para finales del siglo XXI las distinciones entre máquinas y humanos se habrán borrado definitivamente.

Esto será posible no sólo por el crecimiento exponencial de la capacidad de cómputo de las máquinas, sino también por los desarrollos en el entendimiento del funcionamiento del cerebro humano. Para la tercera década de este siglo seremos capaces de crear máquinas pensantes que utilicen el mismo diseño y los mismos procesos mentales que usamos nosotros.

Ray Kurzweil parece ser una persona que sabe de lo que está hablando. Tiene a su haber más de 15 doctorados honoríficos en áreas tan diversas como la ciencia, la ingeniería y la música. Como inventor, le debemos el sistema de reconocimiento óptico de caracteres (OCR) multifuente, las máquinas de lectura para ciegos, el sintetizador de voz y el primer sistema comercial de reconocimiento de voz. En 1965, a sus diecisiente años, había programado una computadora capaz de crear composiciones musicales.

Es también famoso por sus acertadas predicciones (algunos lo llaman el cyber-Nostradamus). Predijo años atrás el impacto que tendría el intercambio de archivos de música y video sobre la cultura actual, la piratería y la economía de las empresas productoras. También anticipó la caída de la Unión Soviética y la derrota de Garry Kasparov por una computadora.

Kurzweil es un transhumanista convencido de que la Singularidad realmente sucederá y ha dedicado su vida a prepararse para ese momento.

A los 35 años de edad le fue diagnosticada una diabetes tipo 2, que lo habría matado en pocos años, pero decidió modificar radicalmente su estilo de vida: lleva una estricta dieta diseñada por él mismo y toma diariamente 200 pastillas de los más diversos complementos para reprogramar la bioquímica de su organismo. Asegura que lo análisis que se realiza semanalmente indican que ha logrado retrasar su envejecimiento en por lo menos 10 años.

Su objetivo es mantenerse con vida hasta que la ingeniería genética pueda curarlo y así poder llegar al momento de la Singularidad y, entonces, alcanzar la inmortalidad, cuando sea posible la simbiosis definitiva entre el hombre y la máquina.

Una pausa para reflexionar: Releo estas líneas y encuentro que estamos hablando de profetas que anuncian la promesa de la inmortalidad y la llegada de un ser todopoderoso cuyos designios serán para nosotros insondables.

¿Por qué me suena tan parecido a las clases de religión que tuve que atender en la primaria y el bachillerato?

No es gratuito que Federico haya abierto su presentación sobre la Singularidad con un comentario algo inquietante sobre el slogan del Encuentro Fractal “podemos construir el futuro que queremos”. A estas palabras simplemente agregó: “si la Singularidad nos lo Permite”.

Me parece estar escuchando a las abuelas cerrar una despedida con el recurrido “Dios mediante”.

2 comentarios:

  1. Muy interesante, Juan. Sabes que este tema me encanta. Por cierto, lo último de Kurzweil es que se ha asociado con Google y la NASA para crear la "Universidad de la Singularidad", donde se supone que preparan a los estudiantes para afrontar un futuro extremadamente tecnológico.

    Pero ¿no es un contrasentido hablar de la Universidad de la Singularidad cuando precisamente por culpa de la Singularidad somos incapaces ahora de predecir qué ocurrirá luego y cómo serán las cosas? Por mucho que nos preparemos, según el mismo Kurzweil somos incapaces de asimilar los conceptos que desarrollen las inteligencias superhumanas, por lo que no sirve de nada una Universidad de esa índole ahora. Será útil entonces, a partir de la Singularidad.

    Un saludo

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  2. No es que este fuera el alcance dla mente del hombre, siplemente lo que pasa es qu nosotros estamos siempre sumergdos en el pensamiento aristotelico donde solo lo externo a la mente importa. Pero todos los procesos que ocurren en la mente que no san logicos o que sean intuitivos o no demostrables son despreciados y descartados.
    Cosa que si han desarrollado otras culturas no occidentales como los lamas del tibet, donde el conocimiento intuitivo es mucho mas valorado, te recomiendo que averigues sobre la vacuidad donde la forma es vacio y el vacio es la forma y la conciencia misma es vacio y la mente es espacio infinito y el espacio infinito es informacion.

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