Para ser un autor que no ha escrito su primera novela y cuya obra se limita a una docena de relatos cortos escritos entre 1990 y 2009, puede resultar sorprendente que Ted Chiang sea incluido, por quienes lo han leído, en la selecta lista de los grandes maestros de la ciencia ficción.
A la fecha sólo he tenido la oportunidad de leer tres de sus cuentos, sin embargo, es evidente en esta muestra de la escasa producción de Ted Chiang la dedicación y esmero con que el autor decanta cada una de sus historias, tanto en la forma literaria como en el rigor científico con el que aborda sus temas especulativos.
Debo agradecer a mi amigo Hernán Ortiz por haberme recomendado la lectura hace unos días del último relato publicado por Ted Chiang en 2008. “Exhalación” es el título del cuento que fue mi puerta de entrada a la obra de este escritor nacido en Port Jefferson, Nueva York, en 1967.
El relato son las notas de un investigador, un filósofo natural de un universo completamente diferente al nuestro, un mundo cerrado con un firmamento sólido de cromo en el cual habitan seres mecánicos con cuerpos de metal cuya fuerza vital es el flujo continuo de aire a través de sus complejos organismos neumáticos. El origen de su universo lo han olvidado hace siglos pero su destino se irá revelando a través de los descubrimientos del protagonista.
Leerlo es como asomarse al interior de un complejo mecanismo de relojería de la era victoriana, cuando era tan importante la función de los aparatos como la estética de su fabricación.
Nuestro investigador es un anatomista que escudriña en el interior de su propio cerebro la naturaleza de su estructura y funcionamiento. Descubre que está constituido por millones de laminillas de oro tan delgadas que puede verse a través de ellas, intercomunicadas por conductos microscópicos de aire. Sus pensamientos, su memoria, su propia conciencia reside en la estructura cambiante de ese mecanismo sustentado en el flujo continuo del aire a través de las diminutas laminillas.
También descubre que la velocidad del flujo de aire ha estado disminuyendo de manera casi imperceptible a medida que pasa el tiempo. Como consecuencia, sus procesos mentales se están haciendo cada vez más lentos hasta que, algún día, dentro de millones de años, se detendrán por completo cuando se igualen las presiones entre el espacio que los rodea y la fuente de aire comprimido del núcleo de la tierra, de la cual recargan continuamente sus pulmones de acero.
Esta no es la primera historia de ciencia ficción que trata sobre el problema de la entropía, pero lo hace de una forma tan novedosa y diferente que le da un nuevo sentido a la palabra que le sirve de título: exhalación.
El problema de la entropía es esa sentencia termodinámica que establece que todo sistema cerrado evoluciona inexorablemente hacia un estado final de perfecto equilibrio, donde la energía ya no puede utilizarse para producir un trabajo. Es por esto que el fin del universo se ha concebido como ese momento dentro de miles de millones de años, cuando se hayan apagado todas las estrellas y toda la materia del universo se encuentre a una misma temperatura, apenas un poco por encima del cero absoluto.
Muchos autores han construido algunas de sus más interesantes historias alrededor del problema de la entropía, desde Olaf Stapledon en “Hacedor de Estrellas”, 1937, que describe en sus capítulos finales la frustración de la mente cósmica unificada, producto de la evolución convergente de todas las razas inteligentes del universo, de no poder alcanzar el estado de madurez esperado por su creador antes de que el cosmos se precipitara hacia su fin. También lo hacen Arthur C. Clarke y Stephen Baxter en “Sunstorm”, 2005, el segundo libro de la trilogía del tiempo, en el que la tormenta solar destinada a borrar la humanidad de la faz de la tierra ha sido planificada y maquinada por una especie superior, mucho más antigua en la historia del universo, por considerar que por ser ineficiente en el consumo de los recursos, la raza humana podría algún día impedir que la comunidad cósmica pudiese llegar a alcanzar su máximo desarrollo.
Tal vez la historia más famosa por su originalidad al tratar el tema de la entropía es un cuento de Isaac Asimov llamado “La última pregunta”, 1956, considerado por el autor como su historia favorita entre todas las que escribió.
La última pregunta es, por supuesto, ¿es posible reversar la entropía del universo? Y es formulada por primera vez en el año 2061 por un par de técnicos a la poderosa Multivac, una gigantesca computadora que se extiende por kilómetros y kilómetros de galería subterránea. La respuesta del coloso informático es “No existen datos suficientes para dar una respuesta significativa”.
Esta pregunta es formulada una y otra vez durante el transcurso de los siglos, por unos seres humanos cada vez más evolucionados a versiones cada vez más avanzadas y poderosas de Multivac, siempre obteniendo la misma respuesta: “No existen datos suficientes para dar una respuesta significativa”.
Pasados millones y millones de años, la humanidad se ha convertido en El Hombre, una mente unificada constituida por trillones y trillones de mentes individuales ubicadas pero no atrapadas en sus cuerpos humanos distribuidos por todo el universo. El Hombre formula la última pregunta a La Computadora Cósmica, diseñada y construida por versiones anteriores de ella misma y ubicada totalmente en el hiperespacio. La respuesta sigue siendo la misma “No existen datos suficientes para dar una respuesta significativa”.
Siguen transcurriendo los milenios y el universo se apaga, mueren todas las estrellas y galaxias, mientras las mentes individuales que constituyen El Hombre se fusionan una tras otra con AC, la mente artificial del último y más poderoso descendiente de la Computadora Cósmica.
Al final la materia y la energía dejan de existir, y con ellas el espacio y el tiempo. Sólo existe AC en el hiperespacio y continúa trabajando para dar respuesta a la última pregunta. Una eternidad transcurre antes que AC aprende cómo reversar la entropía, pero entonces no hay a quien darle la respuesta. Sólo existe el caos donde antes existía el universo.
Entonces AC dice: “Hágase la Luz”.
Y la luz se hizo.
Hola! Me gusto mucho tu artículo llamado ENTROPIA.
ResponderEliminarJames Watch de Híper espacio Panamá
Lo que mas me intereso fue el universo de Exhalación, universo victoriano "el mundo de James Watch" con todo los engranes y lo que caracteriza el STEAMPUNK rama de el sci-fi ¿no se que pienses? Pero me interesa esa obra, sabes donde se puede conseguir ese libro digitalmente? Por que acá en Panamá hay librerías pero no hay mucha variedad en ciencia ficción, además como pudiste darte cuenta Curtix Newton el autor del artículo es muy rígido con esto de la ciencia ficción hasta tal punto, que no quería una sección de fantasía de híper espacio Panamá y no acepta de ninguna manera algún concepto distinto al que el dicte. Para mi esto es un pasatiempo no me importa mezclar universos aunque respeto las reglas de los demás. Volviendo al tema de exhalación y de este autor Ted Chiang parece que también tiene la misma idea que yo, hacia donde se dirige el universo y cual será su fin. Bueno me despido una ves mas gracias por abordar el hyper rocket y comentar y dar tu punto de vista por que eso es lo que queremos que mas personas den su punto de vista sobre los temas que posteramos... ok nos vemos