viernes, 27 de febrero de 2009

En Marzo, la magia de la electricidad se toma a Medellín


En 1932 los Estados Unidos sufrían los estragos de la Gran Depresión y en un país de desempleados el día del trabajo no era una fecha memorable. Un hombre se ganaba la vida en un carnaval ambulante, día tras día, sentado en la silla eléctrica, compartiendo el escenario con el hombre esqueleto, la mujer gorda y un hombre tatuado al que llamaban “El hombre ilustrado”. Esa semana, la feria se había establecido a orillas del lago Míchigan.

En cada función Mister Eléctrico repetía su rutina ante los ojos asombrados de jóvenes y adultos, la electricidad le erizaba el cabello y él blandía su espada fulgurante sobre las cabezas de los niños. “¡Vive por siempre!” gritaba, mientras las chispas alcanzaban a cada uno de ellos.

Esa noche, los relámpagos de Mister Eléctrico le cambiaron la vida para siempre a uno de ellos. El niño tenía doce años y regresó al otro día, demasiado elegante para un sábado. Venía del funeral de su tío favorito.

Mister Eléctrico le enseñó algunos trucos de magia y lo presentó a los otros artistas. Terminaron sentados a la orilla del lago, conversando de lo divino y lo humano. “Ya nos habíamos encontrado antes”, le dijo al niño, “Fuiste mi mejor amigo en la guerra con Francia de 1918, reconozco su alma brillando en tus ojos. Moriste en la batalla del bosque de Ardennes pero ahora has regresado. Bienvenido al mundo.”

Con esas misteriosas palabras le regaló un pasado, así como le había regalado un futuro la noche anterior. “¡Vive por siempre!” En ese momento el niño supo que su destino era ser, como él, un gran mago y no ha parado de desempeñar su oficio desde entonces.

Por eso, ese año pidió una máquina de escribir de juguete de Navidad.

Su nombre es Ray Bradbury, escritor estadounidense de fantasía, misterio, terror y ciencia ficción. Mejor conocido por su novela distópica “Fahrenheit 451” (1953) y las “Crónicas Marcianas” (1950), Bradbury es considerado uno de los más grandes y más populares escritores americanos de ficción especulativa del siglo veinte.

En sus propias palabras: “Era un niño mago imberbe que extraía irritables conejos del interior de sombreros de cartón piedra. Me transformé en un mago adulto y barbado que extraía cohetes de su máquina de escribir y de la Inmensidad de las Estrellas que se extendía tan lejos como los ojos y la mente podían ver o imaginar.”

Las chispas de Mister Eléctrico siguen viajando a través del tiempo y del espacio, a través del superconductor que es la obra de Bradbury. La primera que llega a mi memoria me alcanzó cuando no tenía todavía doce años. Venía de un pequeño libro rojo, con letras doradas y pasta fina, como las de las enciclopedias, “Los mejores relatos de anticipación” de Editorial Bruguera: un cuento corto de Ray Bradbury llamado “Vendrán lluvias suaves” que después me enteré hacía parte de las “Crónicas Marcianas”.

Una casa inteligente completamente automatizada prepara diariamente desayunos, lava, sacude y anuncia la hora para una familia que ya no está, de ellos sólo quedan las siluetas de pintura blanca delineadas sobre una pared exterior carbonizada. La ciudad en ruinas emite un resplandor radiactivo (Recopilando información para este artículo encontré un corto animado ruso y otro de animación por computador, inspirados en este cuento).

De este texto, escrito en 1950, aprendí que había una cosa llamada guerra fría, y supe que existía la amenaza de un holocausto nuclear, supe que los sótanos de los Estados Unidos estaban habilitados como refugios nucleares, supe de ciudades como Hiroshima y Nagasaki, y de la isla de las Tres Millas.

Pero también supe que sería de por vida un lector de ciencia ficción.

La otra chispa de Bradbury que me marcó para siempre entró por la pantalla del televisor, cuando todavía ésta era en blanco y negro. En un episodio de “Dimensión desconocida”, tres niños quedan huérfanos de madre y el papá los lleva a una extraña fábrica a escoger a su nueva abuela robótica. Todavía recuerdo cuando los niños corrían llevando las muestras seleccionadas de ojos, cabello, manos, piel y mi hermano especuló: “se va a caer una de esas niñas por el agujero y va a salir algo monstruoso”.

La tragedia vaticinada no ocurre y la abuela llega para ser acogida de inmediato por los dos menores. La hija mayor está recelosa: la abuela le recuerda demasiado a su madre, a la que no puede perdonar por haberse ido. Pero la abuela le demuestra en un aparatoso accidente que es indestructible y que nunca la abandonará.

Se trata del cuento “I Sing the body Electric” que Ray Bradbury publicó en 1969 como parte de una colección del mismo nombre. Es inspirado en un poema de Walt Whitman (de hecho, incluir la palabra “Electric” en un poema en 1855 era ya ahondarse en los terrenos de la ciencia ficción).

Años después vi una nueva versión, “La abuela eléctrica”, en colores y protagonizada por Maureen Stapleton, más ajustada al texto original, y con el maravilloso final: cuando ya ellos están ancianos, sus hijos y sus nietos se han ido, los tres regresan a vivir sus últimos días, juntos, en la misma casa de su infancia, la abuela regresará a confortarlos y cuidar de ellos, como cuando eran pequeños. Aprendí entonces que yo todavía podía llorar de emoción.

Y ahora resulta que no soy el único en mi ciudad contagiado con esta magia eléctrica. Me enteré hace unos días que tres quijotes están liderando en Medellín el montaje del primer encuentro de ciencia ficción, literatura fantástica, arte, música, ciencia y tecnología. Fractal’09 “cualquiera puede construir futuro” se realizará entre el cuatro y el ocho de marzo de este año, en las instalaciones del Jardín Botánico, el Parque Explora y el Parque de los Deseos.

El jueves cinco será un homenaje en vida a Ray Bradbury. Él no nos acompañará pero ya envió sus saludos. Habrá una conferencia y una “descarga fractal” (entiendo que es una especie de lectura en público – tertulia con efectos especiales [Me acaban de informar que las descargas serán en el Parque Explora y, por el momento, no se prevén efectos especiales como los que solían incluir en las tertulias en Eafit el año pasado]) con una de las historias de las “Crónicas Marcianas”, precisamente esa que Borges en su prólogo a la versión en castellano nombró como la historia más alarmante de la colección, por su horror metafísico.

Por supuesto que Fractal’09 no es sólo Ray Bradbury, también celebraremos el segundo centenario del nacimiento de Edgar Allan Poe, quien además de poblar las pesadillas de generación tras generación de aterrados lectores fue un precursor de la ciencia ficción en los años treinta del siglo XIX. [Fe de erratas: Me acaban de informar que la charla sobre Edgar Allan Poe no podrá realizarse en marzo, pero la tienen prevista para algún momento en el segundo semestre de este año. Pero no se preocupen, hay muchas cosas que no les estoy contando todavía sobre el encuentro, incluidos invitados especiales]

El encuentro se cierra el domingo ocho de marzo, y conmemora el día de la mujer recordándonos que fue precisamente una mujer, Mary Shelley, la autora de la que se considera la primera novela de ciencia ficción: “Frankenstein o el moderno Prometeo”. Fue publicada en 1818, diez años antes del nacimiento de un francesito llamado Julio Verne.

La palabra latina “monstrum” significa “augurio que advierte sobre las desgracias”. Cuando un animal o un niño nacían deformes, era una advertencia divina de futuras desgracias. Mary Shelley llamó “monstruo” al enorme y espantoso ser creado por Víctor Frankenstein con partes de cadáveres. De allí viene que hoy nombremos así a cualquier ser vivo anormalmente grande y terrorífico. (Este dato se lo debo a Isaac Asimov, en su libro, “sobre la ciencia ficción”).

En el siglo XIX la electricidad todavía no formaba parte de la vida cotidiana de la gente, incluso en los países que hoy se llaman “primer mundo”. Era considerada como una fuerza misteriosa, metafísica. De ahí que Mary Shelley le haya dado vida al monstruo de Frankenstein con una descarga eléctrica, un siglo antes de los trucos de carnaval de Mister Eléctrico.

Al fin y al cabo, todo queda en familia, en las propias palabras de Ray Bradbury:

“Julio Verne fue mi padre.
H. G. Wells fue mi tío sabio.
Edgar Allan Poe era el primo con alas de murciélago que guardábamos en lo alto del desván.
Flash Gordon y Buck Rogers fueron mis hermanos y amigos.
Ahí tenéis mi linaje.
Añadiendo, por supuesto, el hecho de que, muy probablemente, Mary Wollstonecraft Shelley, la autora de Frankenstein, era mi madre.
Con una familia así, de qué manera podría haber salido distinto a como salí: un escritor de extrañas fantasías y cuentos de ciencia ficción.”

6 comentarios:

  1. Estoy profundamente con-movida con tu modo de escribir, en-cantada...

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  2. Muy buena entrada. Me parece que voy a visitar a menudo este blog, lo acabo de descubrir.

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  3. Gracias a ambos, me siento honrado con sus palabras.

    ¿Hari tiene algo que ver con Hari Seldom?

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  4. CUALES LA CIENCIA TIPO FICCION

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  5. Que curioso. Es la segunda vez que encuentro una relación entre Whitman -uno de mis poetas favoritos- y un escritor de ciencia ficción: el primero fue Asimov, quien escribe una aberración de ensayo en el que "demuestra" cómo un poeta no sabe nada de las estrellas. Desde entonces que no leo a Asimov, ni por equivocación. Autores como Bradbury saben realmente de qué se trata todo esto: no por nada la gente aprendió los libros de memoria en Farenheit 451.

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